Una de las características que es común a todo (intra)emprendedor es la de que tiene y demuestra en su profesión manejar el pensamiento divergente. Me parece más importante incluso que sea alguien muy creativo. Esto último es muy valorable pero no es condición suficiente, si no acompaña a la creatividad la capacidad de ver múltiples respuestas – no sólo una- cuando está en su fase creativa ante una decisión a tomar, un camino a seguir, o una oportunidad que se le presenta.

 

Ya hemos acuñado alguna otra vez un concepto que a nosotros nos parece muy importante, el marketing semilla, si os acordáis del artículo “Semillas vs frutos”. En él venimos a decir que las empresas más excelentes consiguen una proyección muy notable sólo con poner sus productos en el mercado. Es decir, sólo con poner al alcance de sus clientes , bien por el modo de cómo lo hacen, lo disponen, o llega al final de la cadena,…etc , sus productos, ya comunican “todo”: sus acciones, disposiciones, misión valores, etc.. Es decir, al ejercitar su ciclo de explotación, este es capaz por sí sólo de trasmitir a la sociedad lo que la empresa quiere ser.

No me negaréis que para conseguir eso hay que ser muy coherente, tener unas operaciones muy bien gestionadas, y haber conseguido el favor del público. Está al alcance de muy pocas firmas, de ahí del mérito que estas corporaciones tienen. Con muchas de ellas he tenido el privilegio de hablar, estudiarlas, o cooperar, y he sacado alguna conclusión que hoy quisiera poner en común con vosotros.

Primeramente, destacar que no es determinante el sector donde se encuentren, salvo que ya se encuentre en franco declive (es evidente que es muy complicado encontrar un fabricante de barcos de vapor con posibilidades en nuestro siglo, pero hay alguna empresa que ha resurgido creando agendas de papel como puede ser Moleskyne).

Por otra parte, destacar la estabilidad financiera con la que cuentan, fruto de que sus operaciones están aquilatadas, y no sufren mermas significativas durante su ciclo de explotación. En este punto pienso en empresas de gran consumo ( ya señalamos en su día a Mercadona), o de otro tipo ( textiles como Zara que también salió en el anterior artículo).

Otro punto en común, yo lo centraría en la especial relación que mantiene con el cliente. Lo circunscribo a este como la relación que mantiene con la parte de “aguas abajo “ de su ciclo de explotación. No me hace falta relatar la que mantenga con sus proveedores, debe estar suficientemente ajustada y ser “profitable” ( generar beneficios ) para mantener unas buenas operaciones. Pero si el cliente al final no está de su lado, lo creado no vale para nada.

Un punto más es su carácter rompedor con la realidad reinante. Puede ser en un momento dado, ante una serie de circunstancias o ante nuevos paradigmas. Pero hay algún gen dentro de la empresa que les hace poder ser flexibles y cambiar en un momento dado. (H&M en un ambiente como el sueco, con poca tradición a la hora de crear moda)

Hay más características que no voy a enumerar por motivos de espacio. En realidad, tras todo esto bulle la iniciativa (intra)emprendedora. Es decir, si no está el que genera la chispa, la gestiona, se faja con su organización para llevarla a cabo, consigue estabilizarla y al final es capaz de dejar el proyecto en manos de otro, los cambios, las mejoras, y en definitiva, la comunicación que va a salir hacia fuera de tu organización ( y también hacia dentro de los propios componentes de la misma) no existiría.

Como ves, generar un ambiente de (intra)emprendurismo dentro de tu firma mejora hasta la comunicación de la misma. Ya solo falta que, como directivos afrontemos y adoptemos el reto, porque nos va mucho en ello.

 

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