Hace poco estuvimos con los miembros de una empresa familiar en un sector maduro de nuestro entorno. La empresa está inmersa en una tesitura interesante desde el punto de vista comercial porque recientemente ha impulsado una serie de mejoras comerciales que le han permitido conseguir una serie de nuevos clientes en el exterior con lo que le ha permitido apoyarse no sólo en el mercado nacional el cual en este momento en su sector está en declive.


Ante esta situación, se afronta el relevo de la primera generación hacia el sucesor “natural” que es un experimentado director general con la empresa en su cabeza y con un amplio bagaje en la misma (y antes fuera de ella, con lo que la experiencia no se circunscribe únicamente a la firma de la familia).
Trabajo extra. Por un lado con el que tiene que dejar la empresa que ha sido su vida, llena de desvelos, de sinsabores, de éxitos, de alegrías, de viajes y de sacrificios familiares porque es ley de vida.

Por otro lado, el que viene, que además ya está y que tiene sus ideas, generalmente mejores,…. o nuevas. Y que las ha intentado implementar, y a veces ha chocado con los propios miembros de la familia y otras con los empleados de la empresa que no son familia, y que otras veces no ha podido llevarlas a cabo. Y que cuenta (según muchos) con la capacidad de llevar el timón de la nave (aunque seguro que una organización no todos piensan igual, ni los de la familia ni los de fuera).

Y luego está la relación familiar, con gente fuera de la empresa que sufre y muchas veces calla, y otras no tanto… En definitiva, una situación de incertidumbre que acecha a la empresa.

¿Qué hacer? Un plan de acción basado en cuatro puntos báscios:
a) Pensar
b) Razonar
c) Empatizar
d) Ejecutar

Y en esas, dos puntos a tener en cuenta: para curar la incertidumbre no añadas más incertidumbre y lleva todo bajo una dosis absoluta de prudencia.

Articulamos un plan de acción que lo primero que hace es, una vez tomada la decisión, comunicarla con certezas, marcando claramente dónde queda cada una de las personas, dentro de la empresa y también  los que están fuera. Justificando todas y cada una de las decisiones.

Tras ello, ajustarnos bien, y saber cómo ha afectado la situación. Unas jornadas en las que se tratan temas del día a día de la firma y que cuentan con una agenda “oculta”: conocer cómo les afecta a cada uno de los implicados dentro de la empresa la nueva realidad, porque los humanos reaccionamos a las nuevas situaciones a veces de una manera “no racional”.

En este punto reseñar que el plan de contingencias ayuda a afrontar este tipo de situaciones a las que nos llevan esas actuaciones “irracionales” de las personas.  Un nuevo plan de incentivos , una  nueva manera de gestionar el conocimiento dentro de la empresa y un programa de formación individual son los pilares que se necesitan para poder mantener la motivación dentro de la misma y que no decaigan ni la fuerza comercial ni la moral.

Como veis,  todas las decisiones que hemos ido ayudando a tomar se basan en las personas, son por y para ellas, pero si analizamos, provienen del negocio, porque como no nos cansamos de decir, el coaching se basa en la persona ( de donde nace la fuerza para obtener los objetivos y superar las dificultades), pero de nada vale no tener en cuenta su relación con el entorno más inmediato –familia- y con el de la empresa en un estadio superior.

Un ejemplo en el que usando un método contrastado se supera una situación de incertidumbre en una empresa fundada por un emprendedor.

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