A muchas de nuestras empresas les está pasando un fenómeno desde hace tiempo. En realidad prácticamente a todas, pero me refiero hoy sobre todo a aquellas empresas de pequeña o mediana dimensión , muchas de ellas muy eficaces porque han conseguido mercados de nicho y son capaces de vender en todo el mundo, pero sufren el problema de que, como no necesitan estar muy dimensionadas, sus técnicas se centran en la normativa de su país, y sus recursos (financieros, humanos, activos fijos, ..etc) los tienen que tomar en su “ámbito regional”. Por otra parte, los precios de sus compras ( energía, materias primas como hierro, acero, componentes, materias primas…) se establecen a nivel mundial porque se obtienen en un mercado que ya lo es a nivel de todo el orbe.

 

Ni que decir tiene que esto es una dificultad añadida para estas firmas que se sienten como Gulliver en el país de los gigantes. Gracias a Dios, muchas de ellas se han podido mantener e incluso crecer durante los años de bonanza y ahora se mantienen, manteniendo empleo y generando valor a nuestra sociedad, pese a la situación tan complicada que estamos padeciendo.

Hoy quiero trasladar este escenario a la situación de la fuerza laboral en nuestro país. Últimamente estamos sufriendo una salida masiva de recién licenciados hacia el exterior, motivados por la brutal tasa de paro juvenil que sufrimos y por la falta de posibilidades en nuestro mercado. Son unos actores regionales, formados aquí, con nuestros recursos que se ven desfavorecidos por la situación de los “precios globales”, es decir porque hemos sufrido como economía una deslocalización en virtud de nuestra pérdida de competitividad y tienen que buscar el futuro en otras latitudes.

Sin entrar en el desastre social que esto conlleva, quiero hoy hacer notar que dentro de nuestras empresas, los que están actualmente trabajando también sufren este fenómeno.

Ten en cuenta que todos somos “actores regionales” dentro de nuestras empresas ( nuestro departamento, nuestra pequeñas parcela de poder, nuestra línea de negocio…etc), pero que estamos afectados por los “precios globales”, es decir por lo que le afecta a la globalidad de la compañía.

De poco te vale que tu ámbito funcione muy bien, si el resto de la empresa no “carbura” como debe. Es el todo lo que tiene que funcionar, y muchas veces fallamos dentro de las organizaciones cuando los propios líderes compartimentan tanto los procesos, líneas de negocio, o también cuando nosotros mismos nos encerramos en nosotros mismos y nuestro perímetro que no nos importa ni queremos saber nada del de los demás.

Este error, precisamente puede ser determinante de cara a llevar al precipicio a la organización, tan claro como esto. Así como las personas lo somos en nuestra integridad, y somos madres, esposas, abuelos, hijos, nietos, amigos, vecinos, trabajadores, y hasta pertenecemos a clubes sociales, y siempre somos los mismos, tu empresa es la misma en el departamento de administración, comercial, operaciones o dirección general. Que nos se nos olvide. ¿Antídoto contra este mal? Se han intentado muchos, pero definitivamente, tratando de fomentar una cultura de (intra)emprendurismo, aprehendiendo el conocimiento que se respira en la organización, “polinizando” con ideas nuevas los diferentes departamentos, con comunicación fluida, “trasversalizando”… conseguirás nuevas líneas de negocio, nuevas fuentes para la cuenta de resultados que evitarán las “deslocalizaciones “ ( físicas y mentales).

Se consigue, en definitiva, perseguir una mejora vía la implicación de todos los que forman parte de la compañía, con lo que el progreso de la empresa es automático. Se transforma el talento en valor, mediante la creación de un espacio en el que las personas puedan (intra)emprender. Tú líder tienes en tu mano gestionarlo, merece la pena, acepta el reto. Nos va mucho en ello.

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