Me encontré hace muy poquito con un amigo que me trasladó una sentencia que había leído a su director general en un mensaje a toda la organización. No quiero decir que la traslade yo de manera literal, pero venía a decir que a la hora de crear equipos el talento no era lo más determinante para decidir las personas que los forman y dirigen, sino que en muchas ocasiones debía supeditarse este a la creación del propio equipo en sí. Me dejó un poco fría, porque me parecía que este líder venía a anteponer un equipo formado por gente “más mediocre” si me permitís, “que no generase problemas”,  frente a poder acoplar gente con mayor capacidad para que trabajen unidos. Esto último es quizá más complicado de implementar, pues poner a rendir juntos a los mejores puede ser más difícil para este director,  le puede costar más porque le puede generar más “quebraderos de cabeza”.

 

 

Esta realidad me hizo pensar,  mientras me alejaba de la conversación y de mi amigo calle arriba en el actual cambio de Gobierno y en el protagonismo que en él se ha dado a la mujer como tal. Muchos dirán que al no haber paridad (mismo número de mujeres que hombres en el Ejecutivo) las mujeres hemos perdido, ya que antes estaban equilibrados el número de ministros y ministras.

 

Sinceramente, creo que debemos de pensar un poco más detenidamente en esta manera de decidir, porque me parece que caeríamos en la trampa del director general de mi amigo: no pondríamos el talento por delante a la hora de elegir los líderes para nuestros equipos. Por ello creo firmemente que las mujeres hemos ganado en esta decisión (en realidad la que gana es la sociedad), porque me da la sensación que Rajoy ha primado el talento sobre otro tipo de consideraciones  a la hora de crear su equipo (quiero aquí hacer mención a que quizá se le criticaría menos si hubiese seguido el criterio  de la paridad).

 

¿Que se puede exponer que las mujeres hemos perdido poder dentro del nuevo Gobierno? Sí, pero tampoco lo creo. El poder se ejerce primero desde la influencia, (“autóritas” antes que “potestas”) y en ese punto nadie me puede negar que el peso pesado en este nuevo Ejecutivo es una mujer y joven como Soraya Sáenz de Santamaría, quien por cierto creo que ha demostrado (independientemente de que nos gusten o no sus ideas) un talento y una capacidad como mínimo por encima de la media. Además, la “potestas” que se le ha otorgado tampoco es nada desdeñable.

 

Indudablemente, no es seguro el éxito de esta nueva empresa, pues la situación no se cambia de la noche a la mañana,  en otras épocas hemos tenido más mujeres en el Gobierno, pero menos preparadas, con lo que la posibilidad de éxito es sin duda menor. Yo, como mujer, prefiero la configuración actual: el talento como criterio principal.

 

Atención: lo mismo quiero decir para los hombres: el talento determinante, y no el ser amigo de este o del otro, para llegar a los puestos, y mucho menos el “no molestar”, o el “haberse ido de copas con el  jefe”, que por desgracia es muy común en nuestras organizaciones, y muy propio de los hombres.

 

Por ello, hoy os propongo un triángulo nuevo: gente preparada, talento y poder frente al triángulo antiguo de hombres, afinidad y equipos mediocres sin decisión.  Este último triángulo  muchas veces es sinónimo de “dejarse llevar”, falta de ambición frente a los retos futuros, en definitiva, conformismo, y estos no nos van a reflotar en esta crisis.

 

Hay que chequear qué tipo de triángulos tenemos en nuestras organizaciones y eso genera más trabajo, demanda más tiempo y más dedicación a los cuadros directivos, pero a la vez implica más  mejora por obtener. Se puede conseguir,  pero, como siempre, hay que empezar desde ya.

 

 

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