"Algunas personas ven cosas y se preguntan: ¿ por qué? Yo sueño con cosas que no existieron y me pregunto: ¿ por qué no?” (G.B. Shaw)

No hace falta presentar al gran dramaturgo irlandés que acuñó esta frase, que siempre me ha encantado desde que la leí. Refleja en realidad la puesta en escena de la filosofía del (intra)emprendedor. Realmente es la esencia de pensar de manera diferente, es el “pensamiento divergente” del que ya hemos hablado otras veces.

Cuando trabajas con empresas y con gente de empresa y les preguntas cómo han (intra)emprendido, la constante es la de haber empezado por preguntarse cómo hacer cosas diferentes. Nosotros lo hemos constatado, y eso nos ha llevado a buscar un método que consiga crear un ambiente dentro de la organización que fomente esta cultura para buscar una mejora empresarial y que además se retroalimente. Lo cierto es que en definitiva, se consigue que se produzca más, se generen mayores beneficios, y además la gente esté más feliz porque desarrollan ideas propias que consiguen desenvolviendo aptitudes que están en su interior, muchas veces perdiendo la noción del tiempo.. ¡porque están haciendo lo que les gusta!!!!

Podríamos habernos quedado en este punto y no haber pensado más, pero el buen (intra)emprendedor siempre busca (o mejor dicho) encuentra algo más allá porque sigue en constante movimiento.

Así, derivamos pensando cómo podríamos ayudar a la sociedad y hacer que este “circulo virtuoso” se extendiese y pensamos en las personas que se van incorporando al mercado laboral. ¿Cómo hacer que lleven incluido ese gen del (intra)emprendurismo? Ahí nos topamos con el sistema de enseñanza.

Estudiando los métodos de enseñanza en nuestro país y en los de nuestro entorno podrás ver que hay una serie de mitos, tradiciones o maneras de hacer las cosas que hacen que las personas que se han formado hayan ido “embridando“ su creatividad, -¿te suena? ¡Cómo en las empresas!!!- pues se cree que es mejor que prime la parte “productiva” de su formación frente a la de generar nuevas ideas, pensando que ambas no son compatibles cuando la realidad es que hoy más que nunca conceptos como la imaginación, inteligencia creatividad están muy ligadas a los nuevos y necesarios métodos de producción del s.XXI

Es decir, la capacidad de usar toda nuestra mente y cuerpo y no sólo aplicar los usos del pensamiento lógico y lineal. Actualmente, nuestra sociedad forma a las personas para tratar que hagan cosas según unos patrones, pero nos olvidamos que hay que formarlos en que se relacionen en tres niveles claros: Ante uno mismo: aprendiendo a saber cuáles son las destrezas que, mediante el entrenamiento, puedo desarrollar ya que he nacido con ellas. Sabiendo controlar mi mente y mi cuerpo (quizá pueda ser un gran atleta olímpico).

El siguiente nivel se da ante su entorno inmediato, familia, amigos… ¿Quién no conoce los típicos padres que, como no han sido capaces de ser por ejemplo tenistas ponen a la niña en la escuela de tenis a los 3 años? Quizá esa niña con una educación adecuada pueda llegar a ser una genial cirujana. Para eso necesitamos incluir en nuestro sistema educativo métodos que permitan desarrollar a los niños lo que lleven dentro.

El tercer nivel: ante la sociedad y el lugar que ocupará en ella. Formar a los niños desde pequeños para que sus reacciones sean las correctas (ante el fracaso, por ejemplo), con lo que será más fácil que se canalicen sus capacidades naturales hacia sus inclinaciones personales.

En definitiva, además de hacer personas más productivas porque hacen bien las cosas, además generamos ciudadanos más felices, porque esas cosas que hacen bien son las que les gustan. Es el concepto de “flow”, el fluir que hace que a las personas que han descubierto sus capacidades, las desarrollan de manera profesional llegando así a obtener profesionales excelentes y – no me cansaré de repetirlo- felices.

Pues bien, a nuestros hijos les estamos cercenando su creatividad mediante una serie de normas anticuadas y que se han demostrado inútiles a la hora de crear personas más preparadas o sabias,… Hoy más que nunca tenemos en nuestras manos gestionarlo, merece la pena, debemos aceptar el reto. Nos va mucho en ello.

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