Cuando el líder de nuestras empresas (el CEO, el presidente ejecutivo, etc.) echa la vista a su espalda para saber a quién tiene detrás presto a “partirse la cara” por la organización en las “malas épocas": bien cuando hay una crisis en el sector que puede acabar con la empresa, cuando emerge un competidor formidable que puede sacar a nuestro producto del mercado, cuando un shock externo en forma de catástrofe natural, económica  nos asola, etc. En definitiva, cuando la empresa necesita alguien que “saque las castañas del fuego” y pueda orientar el negocio o el devenir de la empresa, alguien tiene que “salir de su zona de confort” y partir a librar una “batalla” en la que puede salir mal parado (él o su equipo), es decir cuando alguien tiene que llevar a cabo (en la terminología militar) una “misión suicida”, muy pocos en este contexto son los suficientemente valerosos para decir –“ Aquí estoy, yo iré y me la  jugaré”.

 

Es una pena, pero es así, nos percatamos de ello muchas veces en las empresas de que esto es así. ¿Por qué?, nos preguntamos. La palabra es un poco dura, pero se resume en cobardía.

Cobardía para afrontar el fracaso, para afrontar que he tenido que dejar de hacer lo que hacía ( me salían los números, estaba bien visto en la organización y tenía el sueldo asegurado de manera creciente), pero tuve que ir a  “tapar un fuego” y fracasé, no me salió como la empresa necesitaba, y eso es una mancha en mi historial profesional que luego es difícil de levantar.

Tú querido lector, quizá has visto la palabra cobardía y te ha parecido que me refería al que no quiere afrontar el reto, y no es completo el análisis. La cobardía también existe por el lado de la empresa, si mandas a alguien a “comerse un marrón” como se  dice de manera castiza, y no sale como esperabas, ten en cuenta que fracasó donde otros no fueron (se quedaron viendo el problema desde sus zonas de confort)  y se la jugó por la empresa, luego es alguien dispuesto  a salir de su zona de confort y jugársela, con lo que tiene un mérito tremendo. No deberías ponerle una mancha en su historial por ello.

La mala noticia es que esta práctica está tremendamente extendida y afecta en muchos más aspectos de lo que nos puede parecer al devenir de nuestras empresas.

Porque, por desgracia, no afecta únicamente al momento cuando hay que “apagar fuegos” de manera inmediata, y la gente que tiene que ir a apagarlos de dentro no se involucra (se pone a silbar y mirar a otro lado), entonces la alta dirección se pone nerviosa, y busca el consultor externo, o la solución forzada, decisiones que normalmente llevan al fracaso. Pues no solo a estos momentos afecta como digo, sino también a los momentos en los que alguien de tu equipo levanta la mano, y dice :-“Tengo una idea para mejorar algo, o para crear un nuevo proyecto, o para generar una ganancia de eficiencia”. En ese momento, su jefe también mira para otro lado y le dice :”- Deja eso en paz y ponte a trabajar”. Y ahí se acaba la iniciativa intra-emprendedora.

Pues bien, normalmente, cuando se le plantea esto a los CEO´s o a los presidentes ejecutivos, estos ponen el grito en el cielo y dicen que en su empresa deben fluir las buenas ideas, que quieren que todos los que las tengan se manifiesten y que quieren implantar mecanismos para que ello pase. 

Reconozco que tienen muy buena voluntad (entre otras cosas porque son los máximos responsables de las empresas, por supuesto, y quieren que estas vayan de la mejor manera posible), pero no es suficiente.

La buena noticia es que se puede llevar a cabo, se puede establecer un método, que estabilice la generación de nuevas ideas, maneras de hacer las cosas y generar nuevos productos y servicios por parte de la gente que más sabe de tu negocio: la gente de tu empresa.

Pero hay que hacerlo de manera sistemática y científica, con rigor, disciplina y trabajo. Así puedes llegar a cotas impensables de ganancias de eficiencia y de mejoras en el desarrollo de tus activos (RRHH incluidos). 

Pero sólo tienes una bala para implantarlo, CEO. En los ambientes de nuestras empresas lo tienes que hacer bien a la primera, si lo implantas bajo el voluntarismo, el buenismo o el “dejar hacer”, fracasarás y será muy difícil tener éxito en otra implantación, incluso  caerás debajo de tu actual situación.

No se llega a la excelencia por casualidad, se debe de trabajar en ello. Tú líder tienes en tu mano gestionarlo, merece la pena, acepta el reto.  Nos va mucho en ello. 

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